La evolución de la propaganda y sus efectos en la sociedad

A lo largo de la historia se han llevado a cabo numerosas campañas propagandísticas cuyos fines están asociados tanto a aspectos positivos como negativos

ALEJANDRO MÉNDEZ

La propaganda se ha utilizado con numerosos fines desde sus inicios, aunque compartiendo siempre un objetivo común; atraer partidarios e influir en la actitud del receptor. En un primer momento la propaganda se utilizaba para aludir a términos religiosos, relacionados con la iglesia y con su actividad de difundir creencias católicas. 

Sin embargo, cuando la propaganda comenzó a ser vista por la sociedad como un concepto negativo, vinculada a la manipulación, la opacidad y el secretismo, fue con la llegada de la Primera Guerra Mundial. En este conflicto los países involucrados utilizaron múltiples campañas propagandísticas para difundir una determinada ideología a la sociedad, de tal forma que todo el país siguiera la misma idea. 

Por este entonces, los mensajes que se comunicaban tenían fines perversos y que convenían únicamente a un determinado país. Eran previamente manipulados por el Estado y posteriormente aceptados por la sociedad.

Más tarde se repitió la misma estrategia en el periodo de entreguerras y posteriormente en la Segunda Guerra Mundial. En este caso, el poder de la propaganda se ve claramente reflejado en formas de actuar y de entender el mundo como la Alemania nazi. Encontramos ejemplos como propaganda de los regímenes fascistas -Alemania, Italia o España- o comunistas -Unión Soviética-. 

No obstante, cuando finalizó este segundo gran conflicto, la sociedad, con un nivel crítico y cultural más desarrollado, comenzó a percibir que se habían utilizado numerosas artimañas de comunicación para controlar el comportamiento de la sociedad.

En la actualidad, la propaganda se utiliza prácticamente en todos los ámbitos. Además, con el tiempo, la comunicación propagandística ha mejorado sus técnicas, resultando incluso difícil diferenciar propaganda de información. 

Cabe destacar que dentro de esta búsqueda de influir en la sociedad puede haber lugar para campañas positivas que pretenden mejorar la conducta del receptor por su propio bien común. A pesar de que la propaganda históricamente ha tenido una connotación negativa, también es importante valorar el esfuerzo de profesionales que diseñan campañas propagandísticas con fines serios y positivos para la sociedad. Por ejemplo, la labor de una determinada institución que realiza una campaña de lucha contra el alcoholismo o para reducir los accidentes de tráfico.